
Cuando pensamos en la lectura, solemos imaginar palabras encadenadas en páginas blancas. Sin embargo, mucho antes de dominar el abecedario, los niños ya son lectores: lectores de imágenes. El álbum ilustrado, ese artefacto mágico que combina texto e ilustraciones, les ofrece la oportunidad de adentrarse en historias donde las imágenes no son solo un adorno, sino un lenguaje poderoso que se lee, se interpreta y se siente.
En los álbumes ilustrados, las ilustraciones cuentan tanto como las palabras, y a menudo mucho más. Un gesto, un color, un detalle escondido en una esquina pueden cambiar la comprensión de toda la historia. Esta riqueza visual enseña a los niños a leer de manera activa: a observar con atención, a descifrar emociones no explícitas y a interpretar lo que no se dice con palabras. De esta manera, desarrollan habilidades fundamentales de pensamiento crítico y sensibilidad hacia los matices.
Además, las imágenes permiten múltiples lecturas. Un mismo álbum puede generar interpretaciones distintas según la edad, la experiencia o el estado de ánimo del lector. Esta apertura enseña a los niños que no existe una única manera de entender el mundo, cultivando su tolerancia y su flexibilidad mental.
El álbum ilustrado también actúa como un puente hacia realidades diversas. A través de los estilos artísticos y las escenas representadas, los pequeños lectores se asoman a culturas, paisajes y modos de vida que tal vez nunca verán en su entorno inmediato. Y todo ello sin necesidad de largas explicaciones: las ilustraciones hablan un idioma universal.